domingo, 20 de julio de 2014

Sábado antropofestivo

El segundo día de excavación, tras otro copioso desayuno y una larga subida al castillo, hallamos varios fragmentos de huesos aislados, así como esqueletos completos. Al final del día, los alumnos explicaron con mucha profesionalidad qué había en cada una de las seis subzonas excavadas:

-Subzona 1 (supervisada por María José Adserías): Esta zona fue dividida en tres espacios. En uno de ellos se encontraron dos cráneos. Uno de ellos estaba boca abajo, y estaba asociado a algunos clavos también colocados boca abajo. Esto sugiere que el ataúd fue enterrado al revés. En este espacio también se encontraron fragmentos de individuos fetales y un par de pelvis. En el segundo espacio, se hallaron fragmentos inconexos en superficie y una calcificación. En el último espacio, se recuperaron otros restos inconexos, así como un individuo perinatal prácticamente completo.

-Subzona 2 (supervisada por Dominika Nociarová): Esta zona presentaba un cráneo previamente expuesto en una superficie ya rebajada, por lo que se procedió a igualar el nivel del resto de la superficie. Durante la excavación de esta parte se encontraron restos inconexos. Una vez nivelado el terreno, se siguió levantando la zona próxima al cráneo expuesto. Este cráneo resultó formar parte de un individuo completo, colocado en decúbito supino, que no se acabó de perfilar. Se cree que se trata de una mujer de entre 25 y 30 años, aunque presentaba pérdida antemortem de los molares derechos.

-Subzona 3 (supervisada por Gemma Prats-Muñoz): Esta zona se encuentra adyacente al muro de la iglesia y presentaba un cráneo en superficie. Durante la nivelación del terreno, se encontraron varios restos óseos inconexos, aunque también aparecieron dos tibias, un peroné y dos fémures en conexión, así como la pelvis correspondiente, el sacro, la columna vertebral y una mano. Se observó la presencia de un cráneo en la parte superior, aunque probablemente perteneciente a un individuo distinto. Se hallaron otros dos fémures con signos de artrosis en la cabeza (sobre todo el derecho, que presentaba un gran osteofito). Finalmente, se describieron una serie de clavos rodeando a uno de los individuos, algo de madera y un fragmento de cerámica del siglo XVI.

-Subzona 4 (supervisada por Assumpció Malgosa): En un principio se hallaron restos inconexos, aunque también se encontró un individuo adulto, en decúbito supino y las manos entrelazadas en la pelvis. La mandíbula presentaba pérdida de ciertas piezas dentales y desgaste marcado. Este esqueleto se encontró asociado a una cadena de cobre, posiblemente un rosario. La morfología de la pelvis indica que podría tratarse de un hombre.

Cadena de cobre asociada a un individuo masculino.

-Subzona 5 (supervisada por Barbara Baldino): En esta zona se observaba la parte torácica de un individuo previamente expuesta. Al excavar, se comprobó que ésta pertenecía al esqueleto parcial de un individuo (las extremidades inferiores no se hallaron). Además de restos inconexos, se hallaron las extremidades inferiores de otro individuo, una cuenta de collar de hueso, fragmentos de madera de varios ataúdes y clavos. También se encontró un individuo juvenil casi completo y un adulto que carecía de una extremidad superior (seguramente se perdió durante la apertura de una fosa posterior).

Barbara Baldino trabajando duro.

-Subzona 6 (supervisada por Josep Liria): El grupo a la sombra contaba con dos cráneos previamente expuestos. Al lado de uno de ellos apareció un dado de hueso. Además, uno de los cráneos pertenecía a un individuo conservado parcialmente (la parte inferior del cuerpo solamente conservaba un fémur proximal). También se halló la epífisis fracturada de un infantil, un cráneo infantil fragmentado, los restos de una caja funeraria al lado de la pared, un astrágalo patológico y un fémur asociado a un coxal con signos de fuerte artrosis.

Josep Liria observando la artrosis encontrada en coxal y fémur.

Concentración máxima.

Después de la comida, y con menos retraso que el día anterior, iniciamos las conferencias de la tarde. La primera de ellas, a cargo de Francisco Etxeberria, trató sobre el efecto de los impactos de armas de fuego sobre el organismo, especialmente sobre el esqueleto.

Lourdes Herrasti habló sobre traumatismos por lesión encontrados desde el Neolítico. La violencia interpersonal y debida a conflictos grupales se remonta a la prehistoria. El primer caso conocido se presenta en un neandertal con una herida incisa en una costilla. No obstante, no solamente podemos encontrar muestras de violencia en restos óseos; las pinturas rupestres, por ejemplo, muestran a individuos atravesados por varias flechas. En este sentido, las heridas por flecha son comunes y, ocasionalmente, los antropólogos recuperan la punta, que puede quedar ensamblada en un hueso. No obstante, existen muchos tipos de lesiones causadas por distintos tipos de conflictos durante la historia; algunas batallas españolas, por ejemplo, aún no han sido estudiadas osteológicamente.

Conferencia de Lourdes Herrasti.

Para acabar, Josep Liria presentó algunos resultados sobre hallazgos paleopatológicos en el Castell de Besora de ediciones anteriores del curso, y Francisco Etxeberria mostró una colección de huesos con distintos ejemplos de lesiones por violencia.

Josep Liria hablando sobre lesiones traumáticas en Besora.

Francisco Etxeberria mostrando su gran colección de lesiones y patologías óseas.

La cena, ofrecida y organizada por Els Amics del Bisaura, reunió a la cuchipanda (otra palabreja nueva en el vocabulario de muchos; este curso debería llamarse curso de paleopatología y vocabulario español). La cena consistió en fideuá apta para celíacos y ensalada apta para vegetarianos y alérgicos al marisco, así como carnes varias. Desde el GROB, agradecemos la acogida y simpatía de la gente de Bisaura y la ratafía y anís de producción local. Cuando dije que el vino había amenizado las cenas anteriores, no sabía de lo que estaba hablando. Una cena no está amenizada sin ratafía y anís.

Después de muchas risas y de una visita turística y sobria por el cementerio, volvimos a Vidrà a dormir. Los más valientes tendríamos que levantarnos a las siete de la mañana para volver por última vez a la excavación. Hay que despedirse de nuestros amigos esqueletizados.


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